viernes, 2 de septiembre de 2011

Rallar.

Para todos los demás una noche cualquiera, en la que la lluvia baña la ciudad, solo se oye algún que otro coche deslizar por la carretera, bueno, y el caer de las lágrimas sobre mis piernas.
Un cigarro encendido es apagado por una gota de esa lluvia que miro desde mi ventana.
Intento rallar lo que no se puede, intento rallar un diamante con una piedra, ¿lo conseguiré? lo dudo.

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